La Oficina Municipal de Información al Consumidor (OMIC), responsabilidad de la edil Carmen García, aconseja a los consumidores sobre los riesgos que existen a la hora de manipular y consumir alimentos.
Durante la compra debemos conocer la etiqueta ya que es la guía del producto, pues nos ofrece información útil, como por ejemplo la fecha de caducidad, los ingredientes, la forma de conservación, etc.
Si elegimos alimentos congelados o refrigerados es conveniente retrasar su adquisición hasta el último momento. Para su buena conservación el tiempo que transcurra desde que lo compramos hasta que llega a nuestra casa no debe exceder de una hora. Es importante no romper la cadena del frío, para ello guardaremos primero los alimentos que requieran refrigeración y en el caso de que un alimento haya empezado a descongelarse no lo volveremos a congelar.
Para descongelar un alimento debemos dejarlo en la nevera y no a temperatura ambiente o bajo el agua. Evitaremos así pérdidas de calidad y el desarrollo de bacterias perjudiciales.
Es conveniente durante la conservación separar con plásticos transparentes, papel de aluminio u otros envases destinados a este fin. Con ello impediremos el contacto entre los distintos tipos de alimentos (los frescos con crudos, cocinados, vegetales etc.). Por esta misma razón hay que retrasar hasta el último instante la mezcla al servir cuando en un plato vayan a utilizarse ingredientes crudos y cocinados.
El uso de guantes es imprescindible a la hora de adquirir productos de autoservicio, así como evitar tocar los que no nos llevemos. A la hora de almacenar alimentos no los colocaremos cerca de fuentes de calor ya que favorecen su deterioro.
La higiene manual debe estar presente antes, durante y después de la manipulación de cualquier alimento. Para ello basta con frotar bien las manos con agua y jabón durante 20 segundos, poniendo especial interés en el cepillado de las uñas.
El microondas, la campana, así como el interior de horno hay que limpiarlos regularmente aunque aparentemente se vean limpios. Igualmente haremos con los paños de cocina, lavándolos cada dos o tres días.
Para evitar la contaminación cruzada es imprescindible realizar un correcto lavado de las superficies y utensilios con los que se manipulan los alimentos pues las bacterias pasan de un alimento a otro con suma facilidad. Por eso, cuando se cortan alimentos de distintas características (carnes, vegetales etc.) las tablas de cortar, encimeras y otros utensilios en contacto hay que lavarlos a menudo con agua caliente y jabón y también de vez en cuando con lejía.
Asimismo, debemos mantener la limpieza de los propios alimentos antes de su manipulación. Finalmente, para garantizar la destrucción de microorganismos patógenos durante la manipulación, cocinaremos a temperaturas superiores a los 70º, puesto que por debajo de 5º las bacterias dejan de reproducirse, y por encima de los 70º éstas son eliminadas.