
Como prevención aconseja: Hacer una lista de lo que realmente se necesita, así se evita comprar por comprar. No caer en la tentación de la cantidad (dos por uno etc.). Tener en cuenta que la publicidad tiene valor contractual. Pedir factura, garantía sellada, se necesitará a la hora de una posible reclamación.
La venta en rebajas deberá cumplir los siguientes requisitos: Para anunciar rebajas deberá afectar al menos al 50% de los productos que componen el comercio. Deberán ofrecer reducción de precios y no de calidad. Si no afecta a la totalidad, los productos rebajados deberán ser identificados y diferenciados del resto. Tanto en la publicidad como en la información se indicarán las fechas de inicio y terminación de las rebajas. Las existencias estarán con relación a la duración de la oferta y a la importancia de la publicidad. El precio rebajado deberá aparecer junto al habitual y sin sobreponerlo.
Es conveniente también prestar atención a las leyendas en el establecimiento, (no se admiten devoluciones en época de rebajas), por ejemplo. Los vales (son dinero en efectivo) valedero todo el año si no hay leyenda en dichos vales que hagan indicación de “sólo valedero en épocas de rebajas”. Tarjetas de crédito, si hay anuncio en el establecimiento deberá aceptarlas en época de rebajas. Queda prohibida la utilización de la denominación “Rebajas” en los siguientes artículos: Los deteriorados (saldos), los adquiridos para esta finalidad y los que no estuviesen en el establecimiento con un mes de antelación a la venta en rebajas.
Si se opta por comprar por Internet se debe usar ante todo el sentido común. Es cierto que en la red se puede encontrar verdaderas gangas, pero todo tiene un límite y las marcas no son tontas. Desconfiar de los precios exageradamente baratos. Tener cuidado con los enlaces de spam, especialmente los de correos y anuncios. Si durante el proceso de compra y sin saber cómo se ve de repente en una web diferente a la que se estaba en un principio, quizá se haya hecho algo mal. Como siempre, el sentido común debe servir para diferenciar entre un portal seguro y un posible ciber delincuente. Navegar de forma segura. A la hora de pagar, hay que fijarse en la barra de direcciones del navegador. Si la URL del sitio empieza por “https”, podemos fiarnos, estamos en una conexión segura. Si vemos solo un “http”, significa que la conexión no es privada y por tanto podría no ser del todo seguro introducir los datos bancarios.
Se debe tener en cuenta también los gastos de envío. No suele pasar con las grandes empresas ni en las webs más conocidas, pero puedes llevarnos a una sorpresa a la hora de efectuar el pago. En ocasiones un buen precio se convierte en una broma de mal gusto cuando a nuestro artículo le sumamos los gastos de envío.
Conozcamos nuestros derechos. No por el hecho de comprar por Internet tenemos menos derechos. Si el producto ha salido malo, hay que reclamar. Que estés detrás de una pantalla no nos convierte en un cliente menor. Revisar nuestra tarjeta de crédito. Y hacerlo de forma periódica. Si después de comprar por Internet vemos movimientos sospechosos o que no reconocemos, contactaremos con nuestro banco. Podríamos haber sido víctima de un robo de identidad. En ese caso, denunciaremos. Las compras por Internet están extendidas y regularizadas. Podemos llevarnos un susto, como en cualquier otro ámbito, pero si navegamos en tiendas de reconocido prestigio y lo hacemos con atención, no deberíamos tener ningún problema.